viernes, 18 de febrero de 2022

Otra perspectiva

Era esperable que este momento llegaría; estando de siete meses una no debería esquiar. De modo que me he dispuesto a tomar el plan que durante años he denominado “dominguero”. He descubierto una nueva versión de la nieve y sus intríngulis, como diría mi madre.


Para empezar, he arrancado el día desayunando como si fuera a esquiar. Lo que viene siendo arrasar en el buffet de toda la vida, vamos. Pero ahora que estoy aquí sentada a las 11 de la mañana, me doy cuenta de lo rápido que se quemaban los desayunos contundentes cuando movía los músculos. Incluso los días tranquilos, los de no-reventarse. Creo que el último cruasán realmente no me hacía falta.


Estando en la cafetería de Candanchú me he fijado que hay unas pocas personas que han traído su libro y también piensan pasar una mañana tranquila. Pocas veces había visto una terraza en las pistas tan vacía, con un día soleado.


Qué día, qué sol. Hace frío y la nieve aguanta perfecta, sólo con oír el ruido de los esquiadores al pisarla se nota. Me fijo en que hay más gente de la que pensaba vestida “de calle”. Yo, en mi ilusión, le pedí prestado un traje grande de esquí a mis padres. Aquél que mi madre llevó embarazada de mi hermano… pero que yo he preferido usar a lo “light”. La verdad es que me he vestido así por hacer ambientillo; esto es lo más cerca de esquiar que voy a estar esta temporada. Pero hay gente que viene aquí con vaqueros y piezas de abrigo normales, me pregunto si no tendrán frío viniendo así en un día menos soleado o con viento.


Una mujer pasea unos galgos preciosos, yo pensaba que estos perros eran muy sensibles al frío. Pero se les ve felices, y la señora en medio de la explanada principal de las pistas. No tiene miedo a que la atropellen, no sé por qué, mi cabeza atribuye esa zona a llevar un par de esquís puestos. Y además atribuyo otras razas de perro a la nieve, uno siempre piensa en huskies.


Las pistas parecen más empinadas desde aquí, las azulitas de principiantes dan más sensación de velocidad que cuando uno está allí arriba. Y en cambio el tele-arrastre parece lo más lento y parsimonioso de la historia.


Veo a más esquiadores en solitario de los que recordaba cuando yo esquío. Me cuesta un poco de comprender; en mi familia siempre hemos entendido el esquí como un plan “integral”, en pack. Con familia o amigos, siempre juntos, porque no es un deporte solamente, es un día todos juntos. Podría contar con los dedos de una mano las pistas que he bajado sola en mi vida. Pero supongo que todo puede verse desde otra perspectiva. 


Todo ello animado por una música altísima que suena aquí, en la terraza de la cafetería. Le da un toque casi a anuncio de cerveza o trailer de película de amigos. Le dan a uno ganas de bailar.


Y mientras Queen se deja la piel para animarme esta mañana de esquí-sin-esquí, os dejo. Voy a buscar a mi Mister y a los amigos; a ver si les pillo una foto de las buenas hoy que lo tengo fácil. No hay mal que por bien no venga, y más al pensar que la temporada que viene nos sabrá a Gloria… a Gloria y a potitos, porque vendremos más y mejor acompañados!

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