Queridos lectores… Feliz Navidad!
Ha pasado otro año, y qué rápido ha sido esta vez.
Ya he preparado mi carta a los
Reyes Magos. Ya sabéis que si no se les escribe una carta, puede que olviden
pasar por casa. También voy a dejar mi zapatilla y algo de turrón, los pobres
deben acabar exhaustos en una de las grandes noches del año.
"Muy queridos Reyes Magos de Oriente:
Este año me he esforzado por ser buena. He tenido poco tiempo para
escribir en el blog, por lo que sospecho que me habrán reservado ustedes algo
de carbón. Aun así, espero que por los otros asuntos que han salido mejor, me
puedan traer los siguientes regalos.
Me gustaría pedir Salud. No por que no la tenga, o tema su pronta
pérdida, sino porque me he dado cuenta de que la Salud es como la nieve en
invierno, el olor a flores en primavera o el aire mientras dormimos. Sólo nos
damos cuenta cuando no está. Nunca la había pedido antes, pero tras esta
reflexión me he decidido a ponerla en la Carta de este año. Sé que va muy
buscada y pedida… Espero que puedan reservar una parte para mí.
También querría pedir cables. Cables de corriente continua para
echarlos a todas las personas que tienen algún problema serio y no saben cómo
resolverlo, o no tienen fuerzas para hacerlo. Y por qué no, también cableados
sencillos para los problemillas pequeños. Aquellos que en realidad no entran en
el criterio de lo “importante”, pero que inevitablemente nos importan. Es
imprescindible que sean de corriente continua porque la ayuda debería ser paulatina,
ir llegando sin interrupción ni cambios de sentido.
En mi Carta no podría faltar blanqueador dental. Tiene pinta de que
habrá muchas, muchísimas sonrisas en 2017. Estarán repartidas por todo el
globo, en las ciudades, en las playas y montañas. Se repetirán y volverán a repetirse.
Las habrá abiertas, preciosas. Otras serán tímidas, apenas apreciables. Traigan
el blanqueador a granel para las carcajadas, y en pequeñas dosis para las
sonrisas más introvertidas. Todas, todas merecen ser extraordinarias; de ahí mi
petición.
Me gustaría pedir un par de millones de brazos, para aquellos que con
el sistema eléctrico que he mencionado no tengan suficiente. Deben ser
musculosos, consistentes, para abrazar y consolar a cualquiera, incluso al más
fuerte. Deben ir emparejados para formar el abrazo perfecto, con hombros
impermeables para las lágrimas, y textura suave para calmarlo todo.
También querría pares de alas. Obviamente deben ir de dos en dos. Alas
blancas de piel de conejo, invisibles a la mirada pero perceptibles al tacto. Con
aroma a rosas recién cogidas, de las que tienen aquel color burdeos profundo y
no encuentra uno cada día. Alas de ángel para todas aquellas personas que
siempre ayudan, que están pendientes de cada detalle. Los que están en todo sin
que nadie lo sepa, los que se preocupan por que todo salga bien, desde el discreto ángulo de la humildad. Para ellos alas de ángel, así podrán emprender un
vuelo divertido y agradable cuando les apetezca.
No piensen que quiero ser abusona, ya mi Carta se acaba. Lo último que
les quería pedir es que se concedan un capricho. Un regalo para sí. Todo el año
observándonos, apuntando. Preparando el siguiente 6 de enero. Desde aquella
primera Epifanía concediendo deseos, trayendo regalos. Contactando con
proveedores, encontrando los juguetes más buscados, los regalos más
complicados, los detalles más concretos. Todo para nosotros, y aquí yo sin
poder darles las gracias. De modo que con su inevitable obediencia, tendrán que
hacerme caso. Y concederse algo para su uso personal. Y así yo me quedaré
contenta, tranquila. Agradecida y feliz. Y ustedes, siempre complacientes,
siempre generosos… Seguirán viniendo cada año y nosotros, desde aquí, les
amaremos.
Atentamente,
Belén "
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