Hoy vamos con un símil que visualizo desde hace tiempo cuando algo se
complica. Habréis notado que ahora escribo con menos frecuencia; los exámenes
se acercan, están al acecho. Se sienten.
Los espaguetis… Oohh, qué gran idea. Tienen sabor propio, pero combinan bien con casi cualquier salsa. Me he preparado un buen plato y lo
único que ahora mismo tengo claro es que me los voy a comer. Los voy a
engullir, no hay duda.
Me gusta pensar que pasa algo parecido con los problemas. Algo se
complica en nuestra vida, en un sector o en varios, y se nos nubla el
horizonte, parece oscuro. La solución se ve difusa, a veces ni siquiera se deja
ver. Hay que tomar una decisión, los caminos se entrecruzan, ninguna opción
parece mucho mejor que las demás. A veces, peor. No hay que decidir, se nos
pone delante un plato. Y lo único que se nos dice: “Come”.
La cabeza empieza a doler, parece que las neuronas bailen. El cráneo
se nos queda pequeño. Hay tempestad, tormenta ahí dentro. Aunque sólo un
subapartado de nuestra vida funcione mal, el esquema general tiene pinta de
“problemizarse”. Parece una epidemia. Y cuando todo tiene aspecto turbio,
grisáceo y muy, muy denso, en ese preciso instante… Aparecen mis espaguetis.
Están enredados, es difícil deshacer los nudos. Cruzados, retorcidos,
me recuerdan a esa mente caótica. Pero pongo esa salsa de tomate que me preparó
la abuela, que tanto me quiere. Y con la ayuda del condimento voy separándolos
poco a poco en paquetitos comestibles. No importa lo liados que estén, es un
hecho, una certeza, que me los voy a acabar comiendo. Son problemas, sí, pero
con fecha de caducidad. Al final de la comida ya no estarán, eso es una verdad
aplastante. Quizás me cuesta mucho desenredarlos, no lo niego. Pero cuando todo
acabe, estarán comidos. “Divide y vencerás”.
Existen aquí y ahora, pero hay un punto en la línea del tiempo, más
adelante –a veces mucho más-, en que no están, no son, carecen de existencia. Solucionados o no, te los has comido,
constituyen un recuerdo. Dulce, amargo o ácido, pero sabroso.
Este planteamiento me tranquiliza, quizás es mejor ver las cosas así.
Espero que os haya gustado el enfoque, intentaré volver a escribir pronto.
Mientras tanto… Buon appetito.