Me ronda por la cabeza un tema
que a todo el mundo preocupa. A veces agobio, a veces bendición. Qué regalo… Y
en ocasiones, qué traición.
El tiempo, perfecta definición de
igualdad. Nadie está a su resguardo, no hay paraguas que valgan. Ni oro, ni inteligencia,
ni poder, ni experiencia. Nada sirve para combatirle, quien pretenda encararle
va desarmado, es inútil.
La percepción que tenemos del
paso del tiempo, ¡ay amigos! Eso sí es subjetivo. Es lo menos fiable, es de
todo menos constante. Tan frustrante como intentar coger el humo de esas
fogatas de verano en los Pirineos, intenté guardar un poco en un vaso. Ni
trayendo una caja para llenarla, nunca habría conseguido quedarme con el humo.
Se me escapaba de las manos, volaba. Puedo hacer una foto, quedarme con ese
diferencial de tiempo. Pero sólo será una copia, un mísero plagio en tercera
persona.
Parece que no me quiera, nunca me
hace caso. Si quiero que pase rápido, se para. Peor que las mujeres con los
escaparates, mucho peor, parece que nunca acabe. Es cruel, se ralentiza cada
vez más. Y quiero que suene ya el silbato, porque las defensas están cansadas,
veo venir que me van a meter gol. Y el corazón se acelera y cada segundo pasa
más lento, no lo soporto, hace que le odie.
Si le pido, en cambio, que baje
el ritmo, me ignora. Me rebasa y no me espera, me pongo furiosa. Y quiero que
este domingo sea eterno, que las cervezas nunca se acaben. La música en replay
y nosotros jugando. Y la barbacoa y las risas, gafas de sol y paseo por el
campo. Lo teníamos todo… menos el tiempo de nuestra parte. Y volvíamos felices,
cantando. Pero volvíamos, y lo había hecho de nuevo. No nos había hecho caso.
El tiempo… Traidor compañero.
Pero compañero a fin de cuentas, pues siempre está ahí. Siempre me acompaña,
debería aprender a confiar en él. Sin él, Beethoven no nos habría podido
deleitar con su Quinta Sinfonía. Los momentos, literalmente, no existirían,
ninguno de ellos. Ni la fogata, ni el partido, ni las risas del domingo. El tiempo…
Qué regalo. Cuánto le odio… Y cuánto le amo.
Tiene usted toda la razón, bendito tiempo...
ResponderEliminarMario