Se me han quejado de que ya casi
no escribo, y llevan mucha razón. El verano… ¡Ay, el verano! Uno aprovecha para
hacer tantas mil cosas…
Hoy la cosa va de perspectivas,
de la importancia que tienen. Hablamos del mundo que nos rodea y a veces, sólo
a veces, somos conscientes de la influencia de nuestro punto de vista.
Hay conceptos que sí tenemos
claramente clasificados como subjetivos. Si esta película te parece
impresionante o no, si la paella ha salido buena o no. Pero muchos, muchísimos
más deberían entrar en este bloque.
La belleza, por ejemplo. La
famosa frase “Para gustos, colores”, salir por el lateral en conversaciones
complicadas sobre novias de amigos. Oh sí, sí, pero luego definimos la belleza
como si fuera una idea fija, algo irrefutable. ¿Quién decide cuándo algo es
bello? Porque hay cosas bonitas, todos estamos de acuerdo. Pero ¿dónde está la
frontera entre aquello bonito y aquello que no lo es? Sobre un paisaje, pienso.
Y me pregunto cuántos árboles en un bosque marcarán la diferencia entre considerarlo
frondoso e imponente, o llamarlo pobre y mísero. Y si un conejo pudiera hablar
sobre la mujer más hermosa del planeta, ¿qué diría? Porque nosotros, a los
conejos, los vemos todos iguales. Y me hablarán de criterios, de cánones de
belleza. De proporciones. Me dirán que existe una nariz perfecta, unos ojos
exóticos, preciosos. Nadie podría negar que son hermosos, pero tampoco nadie
podría demostrar que no existen otros del color opuesto que no sean bonitos.
¿Cuál es, pues? ¿Cuál es la ley que rige el concepto? No existe. El concepto
está tan ligado al punto de vista que no hay norma que pudiera dominarlo ni
describirlo, no es calculable. No se puede dibujar algo bello afirmando que es
lo único que responde a ese término. Y si no hay función única –un solo punto “y”
para cada punto “x”-, no hay objetividad. Si me pides que dibuje una orquídea,
te la dibujaré. Y todas las orquídeas se asemejarán a la que yo te he dibujado.
Pero si me pides que pinte algo bello… Dibujaré esos ojos, sabiendo que tú dibujarías
otros.
Y la lluvia, ¿Cuándo es buena?
Para ti, que la necesitas para que la vid dé buen fruto; para ti es perfecta
hoy. Pero no para el día de la boda, ellos van a pedir que no descargue hoy el
cielo.
Y la primavera, ¿Es la mejor
época? Lo es según tu nieta, anda buscando flores para su mamá. Pero no para
ti, se hace duro imaginar una brisa que no haga ondear ya aquella melena
canosa, dulce.
La perspectiva… Cuánto importa. Y
me he quedado corta, se podría hablar durante horas, días sobre esto. Tengo muy
claro que otras cosas son indiscutibles, claramente objetivas. Ya escribiré
sobre ellas más adelante. Pero lo que hoy tengo en la cabeza es lo variable que puede ser una
definición dependiendo de cómo uno vea las cosas… Desde su posición.